jueves, 24 de febrero de 2011

EL ARTE FOTOGRAFICO EN MACAS

Prof. Oswaldo Cruz y esposa
Conozcamos en primer término al primer fotógrafo de Macas: El hermano seglar Sr. Bonato de la Misión Salesiana de Sevilla Don Bosco quien fue el primer fotógrafo que había llegado de Italia en el año de 1945 y como distracción realizaba la fotografía y el revelado en una cámara oscura.

En el año de 1947 llegué como profesor de la Escuela Eloy Alfaro, al año siguiente formé mi hogar con mi esposa Clelia Montenegro. El sueldo que ganábamos los esposos no alcanzaba para cubrir las necesidades más apremiantes (260 sucres mensuales cada uno). Además el sueldo llegaba con mucho retrazo conducido por un postillón de coreos que traía de Riobamba.

Después de cabilar y buscar algún alivio a esa angustia económica que atravesábamos decidí aprende a “retratar” para aliviar un poco la situación.

En aquel tiempo, aquí en Macas, existía el Comando Militar con su centro de operaciones de estrategia, vigilancia, abastecimiento, relevo y mantenimiento. La compañía TAO (Transportes Aéreos Orientales) del Capitán Gonzalo Ruales hacia el servicio aéreo desde Shell Mera hasta Macas.

En el año de 1949 salí a Quito a recibir un curso de dos meses de fotografía en Foto Estudio Miranda, ubicada entre la avenida 10 de Agosto y Checa.

Con estos conocimientos instalé una cabina fotográfica en mi casa, ubicada en la 10 de Agosto y 9 de Octubre en Macas.

En principio utilicé una cámara Kodak de cajón con lente fijo de ocho cuadros. Luego una Voiglader de 12 cuadros 6x6 cm con lente 1:4,5. Después Don Helmutvon Brandernstein, en su viaje a Alemania, me trajo una cámara Rolley Flex f:1:3,5 con lentes de acercamiento y filtros. VII.

Luego obtuve una cámara laica de 35 mm. lente 1:3,5 de 36 exposiciones. Finalmente una Canon f. 1:1,8.

Esta profesión se adentró tanto en mí que llegué a dominar la luz y la sombra, la profundidad decampo, la sensibilidad de rollos, los efectos, la ampliación, la iluminación el retrato, el viraje, etc. fotos de niños, deportivas, primeras comuniones, bautizos, matrimonios, retratos, etc.

En el año de 1981 me acogí a la jubilación del Magisterio y mis actividades cambiaron de curso y me dediqué a trabaje en el campo, en la agricultura y la ganadería. Desde esa época abandoné la profesión y todo el equipo lo vendí a Don Eulogio Moscoso de la ciudad de Sucúa, de esa manera puse fin a la profesión de fotógrafo de Macas.

Gracias y saludos a todos quienes conservan las fotos hechas por Don Oswaldo.

Oswaldo Cruz Paredes. Macas en el Umbral de los Recuerdos. Casa de la Cultura, Núcleo de Morona Santiago 

DE CACERIA


Cruce del río Upano
De acuerdo a las tradiciones de Macas y referente a la cacería se puede exponer lo siguiente:

·                     Que la cacería, específicamente se basaba en animales como: lumucha (guanta), armadillo, guatusa, venado, sajino (sahíno), danta, tutamono, cushillo (puerco espín), fejón (cuichucho). Aves como: guataraca (pacharaca), predicador (tucán), huilla (especie de perdiz), perdiz, huaysán, pavas, mangos (aishamangos), gallo de la peña y una infinidad de aves pequeñas: tairugui (azulejos), mapatairuqui (pájaro café), lulaigue, lojochiqui, sekchas, wisumachis, cotolaiquis, secogues, vacurisha, sanochinguis, godays, yucas, etc.

·                     Que cada cacería tiene su estilo o forma de atrapar: los animales con trampas de escopetas o con perros cazadores, o la técnica de ir a chapar en las cebas por las noches. Cebas de yuca, plátano, sachi guayaba, conchai (pepas de copal), pepas de washiqui, baco, maíz (maizales). A las aves más grandes chapando en semillas de árboles o palmeras como: reglamba, atuxara, conchai, peras de jumbunda, chontaduro; y a las aves más pequeñas se cazaban haciendo taullas en turpungales (toquillas), oros maduros, jelejas, semillas de loloja o muchas veces soplando bodoquera que vendían los shuaras.

Ahora bien, vale explicar cómo se realiza la cacería de algunos animales y aves nombrados anteriormente:

Venado.- Se seguía con perros venaderos. Se reunían entre unos tres hombres y se iban al monte. El uno realizaba el tope en el monte con el animal y los perros, los otros dos iban al caedero, lugar en donde el venado bajaba, solía ser al río Jurumbaino, especialmente, al lago de Vapaquepe, lago de Jimbitono o al lago Sanigue. Muerto el venado se iba cargando, amarrado con venas de tirulimbi, a pelar en la casa del dueño del perro y, en el camino, recogiendo elepo y yuyo (palmito), para cocinar los primeros platos.

Danta.- Con perros danteros.

Sajino.- Con perros sajineros.

Aparte de perros, se casaba animales con trampas de escopeta que consistía en un armazón de palos amarrados con turpanga (turupanga). La escopeta se pone sobre las estacas a la altura de un metro. Estas estacas están a unos 4 o 5 metros cerca de camino que anda cada animal. Al camino sólo llega una cuerda muy fina, ésta queda puesta en el camino a una altura tal que la bala entre en la paleta del animal. Su medida fue de dos cuartas y un jeme de altura.

Cacería de lumucha, guatusa y armadillo.- Se hacía con perros probados, lumucheros, guatuseros y armadilleros. A la persecución iba del dueño del perro con su típico sick, sick, o ton, ton, formas clásicas de alentar a los animales cazadores.

Otro método de cacería es la trampa de la escopeta, similar a la de la cacería de los animales anteriores, sino que la cuerda que llega al camino tiene una altura de un jeme para que coja la bala en la paleta del animal.

Cacería de tutamonos, cushillos y tejones.- se casaba en los tumbes de maizales porque dormían en los árboles de copal e higuerón que era lo que más había y mucho más grandes se metían dentro de las achupas. El cushillo y el tejón se cazaban en tiempos cuando el maíz estaba en choclo, porque es la comida favorita de ellos.

Hay que destacar que más a menudo se cazaban los armadillos, lumuchas y guatusas y que el primer bocado de estos animales fue la pechucara y faldacara (partes vacías cerca de las costillas) asada, con harta yuca. Del resto de las presas se hacía el caldo con rambuela de yuca, o el sancocho de plátano. También se secaban en brasas de candela y se comía seco con yuca. Las tripas se lavaban bien y se hacía a ayampaco con elepo, yuyo o callambas (hongos blancos que salen en los palos).

La taulla para coger pájaros pequeños se elaboraba específicamente en turpangales. Consistía en un armazón de varas de turpanga, sobre el cual se ponía trampillando un lazo de pita (piola delegada hecha raspando una planta casi como cabuya).

Pesca.- Los pescados se cogían con barbasco (poniendo en riachuelos pequeños), con huaiquero (especie de tubo cerrado en una punta hecha con varas de turpanga partidas y amarradas con la soga que también sale de la turpanga) y con barbacoa. En los ríos más grandes se pescaba de todo: curundas, cumbalos, sardinas blancas, sardinas rayadas, putandaiguis, tuxis, shuscas, nucumbi, carachas, choras, anguilas, ronduelo (especie de bagre), bagres, camarones, apangora (cangrejo), por eso algunos ojones se les decía ahí viene ese ojos de apangora.

También cuando era tiempo de invierno se podían coger sapos yendo a los llamados hualequeros (lagunas pequeñas de agua hechas en el monte o saracashcas - rastrojos). Estos sapos eran hualeques, pakuis, yanahuiras (renacuajos). Con ellos también se hacían ayampacos.

Cuando el tigre se cebaba en terneros o potros se chapaba en el potrero. Entre cuatro o cinco personas, cada una con su escopeta cargada. Generalmente se le mataba porque el animal regresaba por la noche a continuar lo que había dejado.

Aún queda mucho por contar...


Segundo Rufino Rivadeneira. Macas Umbral de los Recuerdos. Casa de la Cultura, Núcleo de Morona Santiago

miércoles, 23 de febrero de 2011

CULTIVO DE LAS HUERTAS

Foto: Municipio del Cantón Morona
Don Antonio Noguera, macabeo que guarda un gran historial fue hijo de Celestino y nieto de Pedro Noguera, de quienes, aunque no los conoció recibió como herencia el aprendizaje del cultivo de la tierra. Participó en el conflicto de 1941 pero nunca estuvo conforme con la miseria que se ganaba en el servicio militar, obligándolo a pedir la baja y dedicarse al cultivo de la "chacra".

Doña Mercedes Madero, su esposa y eterna compañera, le acompañe las labores agrícolas.

Antes cultivaba la caña de azúcar. El trapiche era de mano y utilizaba para la preparación de la miel, una miel sana sin los tan comentados químicos, de allí mismo se sacaba la chicha. Tiene presente que cuando se construía la pista del aeropuerto Edmundo Carvajal (1948), esta era la bebida refrescante y vigorizante para la minga de tan anhelada obra de ese entonces. La chicha se llevaba en unos "poros" (envases naturales muy cómodos para transportar agua, licor, chicha); doña Mercedes se encargaba de repartirla en estos menesteres.

En la chacra tenía yuca, plátano, zanahoria, pelma de las dos clases (colorada y blanca), rolaquimba, tomate real, cebollas, naranjas, mandarinas. Para estos cultivos utilizaban los abonos naturales y la ceniza. La yuca producía muy bien, ahora no se cosecha ni la mitad.

Doña Mercedes afirma que aprendió de su madre a cultivar el culantro, cebollas, tomate, naranjillas y otras plantas que diariamente se necesitaban en la cocina. Todo se cultivaba solamente con abrir la tierra y los frutos eran excelentes. A veces era necesario sembrar tabaco, ruda, paico y albahaca, para combatir ciertas plagas en otras plantas.

Doña Mercedes y don Antonio, nos dejan como herencia su gran amor por la tierra: ejemplo de dedicación y entrega.

Antonio Noguera R.  Macas en el Umbral de los Recuerdos. Casa de la Cultura, Núcleo de Morona Santiago

CON LEÑA Y CARBON LA COMIDA ERA MEJOR


Foto: Municipio del Cantón Morona
Macas es rica no sólo por sus encantos naturales, sino por sus costumbres, tradiciones, sus valores y la vida misma de su gente. Nuestros mayores nos legaron sus enseñanzas que perduran en el tiempo y en el espacio.

Muchos son las tradiciones y costumbres de nuestros antepasados macabeos que recordamos con nostalgia y orgullo, ya sea la vida familiar, social, política, cultural, deportiva, religiosa, de alimentación, cocina, etc., y que hoy muy poco practicamos.

Hemos rescatado ciertos datos muy importantes referentes a la alimentación y cocina de los pobladores de Macas desde los años veinte hasta los setenta, estos datos nos han sido proporcionados por macabeos que en sus mentes y corazones llevan impregnadas las verdaderas costumbres de nuestros antepasados.

Antiguamente, los hombres y mujeres de nuestras tierras sabían cocinar, especialmente ellas, que preparaban los ricos alimentos para su familia. Utilizaban la leña y con ella construían su fogón en la tierra, es decir, era su cocina natural.

Fueron muy madrugadores, a las cuatro de la mañana ya estaban prendiendo su fogón con muy buena leña seca y no descuidaban de atizar, esto es, poner más pedazos de leña seca y ya sea de guabo, unchipo o del precioso arrayán para que el fuego sea permanente.

Ni el humo que hacía llorar a cada instante, ni el carbón que tiznaba las ollas, manos y cara, impedía que las madres madrugadoras dejaran de preparar la sabrosa guayusa, la yuca, el plátano, la carne asada, comida típica diaria que la servían especialmente en el desayuno. En época de chontaduro lo servían con guayusa.

Ellas no tenían libros ni cursos de cocina, sólo la experiencia práctica que era transmitida de padres a hijos les permitía preparar exquisita comida con productos que tenían en sus propios huertos cerca a su casa o que cultivaban en sus chacras, como: culantro, cebolla, poleo, orégano, col, ají, tomatillo, yuca, plátano, zanahoria amarilla, camote dulce y de sal, papachina, pelma, maíz, maní, fréjol (jiquimono, rayado, bayo, blanco, ashpa), cuyos productos eran cultivados mediante las randimpas o cambia manos entre los pobladores de esa época.

Entre las comidas típicas que preparaban en familia, podemos citar: el majado de plátano, el repe, la carne y la tripa mishqui asada en palito (que podía ser de tallo de genoro, pindo marañon o del pindo), la rambuela, tamal de yuca, la rémola (que se preparaba cocinando el maní tierno y luego se molía o chancaba con una piedra de moler), esto se comía con yuca, maduro y ají; ayampacos de vísceras de res, tamal de palmito y el tradicional "mote de novios" que siempre lo acompañaban con el sabroso aguado de ají o ají molido con huevo cocinado y culantro finalmente picado. Estas comidas desde luego las brindaban y las hacían resbalar por la garganta con la rica guayusa (la refregada, como lo dicen nuestros mayores).

Los hombres eran cazadores diestros de animales salvajes como el venado, la danta, el sajino, la guanta, la guatusa, el armadillo, el conejo, la gallina de monte, etc. Estos los preparaban ya sea en caldos o asados.

Además comía los alimentos silvestres y naturales que era muy apetecidos por pequeños y grandes, entre ellos podemos citar: el conchay, es la semilla del copal, se cocinaba a medio hervir y se comía con yuca y sal; el numbuy, es el producto de una planta idéntica a la papaya, pero más pequeña, se lo comía crudo, la pulpa es de color amarillo.

El ungurahua, es un árbol, su fruto es parecido al chontaduro, pero de color negro, lo comían cocinando o hacían chicha. El sachi, es un fruto de corteza verde y su pulpa amarilla y se lo come crudo. El elepo, existen de diferentes calidades, es una planta cuyo cogollo servía para ser ayampacos con chicharrón, manteca de chancho y condimentos especiales; también lo ponían en sopas, es decir, reemplazaba a la col. La callamba, (el hongo comestible), nace en los árboles podridos, existen de diferentes calidades y colores, con ello hacían ricos ayampacos o se lo ponían en la sopa en reemplazo del fideo.

La namaja, se preparaba con el cogollo de la yuca, se cocinaba y se condimentaba con sal, manteca de chancho para servir como ensalada. Así mismo con el cogollo de la yuca cocinada se preparaban la sabrosa las morcillas. El palmito, sirve para preparar los sabrosos ayampacos y tamales colombianos con carne de res, chancho o de pollo, que hasta nuestros días los comemos.

Al preparar los alimentos tenían especial cuidado en el aseo a pesar de que no disponían de agua potable; el agua cogían de los chorros o pozos que servían no sólo para una familia sino para todo el sector. El agua la traían en poros grandes que los cargaban en una changuina (hay del hijo que rompía el poro, el papá o la mamá le daba una buena cueriza con una beta torcida).

Hasta los años cincuenta la comida era preparada en ollas de barro y servían en platos de barro con cuchara de palo. Los primeros comerciantes, el Sr. Marcelino Madero (+) y el Sr. Segundo Montenegro (+) introdujeron las ollas de hierro enlozado y luego aparecieron las ollas de aluminio.

Existía motivos para grandes celebraciones y ellas preparaban comidas especiales, para esto se contaba con la ayuda de personas expertas en cocina quienes colaboraban gratuitamente.

En el matrimonio macabeo que duraba hasta tres días (el viernes para el civil, el sábado para el eclesiástico y el domingo para el remate de la fiesta), no podía faltar el tradicional "mote de novios" que la servían en forma permanente a todas las familias, vecinos y amigos que llegaban a la fiesta. Pero, en el banquete que los novios ofrecían a sus invitados a más del "mote de novios", se brindaban muchos y variados platos a cada uno de ellos, estos platos era generalmente los siguientes:

Primer plato: rodajas de huevo duro con lechuga.
Segundo plato: caldo de gallina criolla.
Tercer plato: arroz con presa de gallina.
Cuarto plato: tallarín con carne molida.
Quinto plato: cuy con papachina y salsa de maní.
Sexto plato: sardina real mezclada con maduro o yuca frita.
Séptimo plato: tamales de yuca con carne molida de res o de chancho.
Octavo plato: postre, que consistía en buñuelos de yuca con dulce de piña.

Para asentar la pequeña comida ofrecían el canario, debida muy exquisita que la preparaban con leche de vaca, huevos de gallina criolla, aguardiente, azúcar y canela.

Y... en esta fiesta especial nunca faltaba la exquisita chicha de caña que la preparaban los novios y familiares con la debida anticipación para ofrecer a los invitados todos los días que duraba la fiesta.

Y así, con leña y carbón, la comida macabea era mejor, de la que disfrutábamos propios y extraños con estos sabrosísimos alimentos que como dice el dicho vulgar: "con estas comidas nos chupábamos los dedos".


Amancio Velín R.. Umbral de los Recuerdos. Casa de la Cultura, Núcleo de Morona Santiago

sábado, 19 de febrero de 2011

SACANDO CANELA


Sr. Manuel Jaramillo, "sacando canela"

MARIA AUXILIADORA DE MACAS, 1925

En el centro, Sor María Troncatti
 Una regia caravana la conformaban: Mons. Domingo Comín, la Inspectora Sor Carolina Mioletti, Sor María Troncatti, hoy Sierva de Dios, Sor Dominga Barale, italianas y Sor Carlota Nieto, azuaya; Don Augusto Zúñiga, guía y unos cuantos acompañantes; los padres Albino del Curto, el padre Crespi debieron sortear muchos peligros y dificultades como la ocurrida con Juank, jefe de una tribu.

Los peregrinos se quedaron en Méndez diez días, curándose y haciendo el bien. Asomó Juank con toda su tribu, armados hasta los dientes con lanzas, palos y bodoqueras, quienes sin mayores cumplimientos entraron donde estaban los misioneros y misioneras y dirigiéndose a Monseñor lo conminaron: Tú curando mi hija, tú pasando, tú bala quitando, nosotros ayudando. Tú no curando, nosotros a todos muerte dando. Y allí se obrá el milagro de Sor María Troncatti. Con una navajita, un poco de tintura de yodo y una oración a la Virgen, introdujo el “bisturí” e hizo saltar la bala a unos cuantos metros. Todo fue un griterío y enseguida_ “ellos pasando a Macas... nosotros ayudando mucho”. El primero de diciembre de 1925 salieron de Méndez con dirección a Macas.

Les faltaban cinco duros días por la selva, los shuaras iban adelante y ellos atrás por caminos difíciles y escarpados; a cierto punto la madre Carolina no pudo continuar por lo que le ataron a la cintura con bejucos y así la iban halando cuesta arriba.

Al despuntar la aurora del 5 de diciembre, se levantaron con ánimo, iba a ser el día de la última pesadilla, caminaban cansados pero con el corazón alborozado, a la cabeza del grupo iba la virgen que la traían desde Cuenca. Alrededor del medio día llegaron a la confluencia del Río Upano con el Jurumbaino. En la otra orilla esperaban los macabeos. Presidía la comitiva Don Dionisio Rivadeneira acompañado por el padre Director de la Misión Don Salvatore Duroni y la maestra excepcional, Srta. Mercedes Navarrete, en cuyo honor la Escuela Salesiana de Sucúa lleva su nombre.

Don Dionisio dio su discurso, Juanita Noguera recitó, fueron obsequiados con refrescos y sin número de demostraciones de complacencia. Llegar a macas representó para las misioneras un desafío, el salto a un espacio totalmente desconocido y difícil. Desde el segundo día del arribo, las misioneras se insertaron en la realidad concreta y fueron dando respuestas sencillas llenas de SIGNIFICATIVIDAD: La escuela, el internado, la casa cuna, el catecismo, el taller, el botiquín, la consultoría... buscan intérpretes., aprenden el idioma shuar, visitan las familias, fundan centros de catequesis a los que llamaron “Misión Don Bosco”, “Misión Río Grande”, Misión del Upano”.

Sor Maria optó por las visitas a las familias, el miedo había desaparecido. Sor Carlotita se dedicó a la asistencia del incipiente internado y Sor Dominga iba delineando el perfil d la escuela salesiana, la que hoy es la UNIDAD EDUCATIVA MARIA AUXILIADORA de Macas.
Colaboración de sor Alba Jimbo, EX-Rectora y animadora de la UESMA

ANTE LA MUERTE

Antes y hoy se pueden presentir aquel enigma del despojo del alma del cuerpo con el aullido de los perros, el alboroto de las aves y más animales que perciben lo que se atribuye como el "recoger los pasos". Este anticipo de la muerte se puede escuchar horas antes de la muerte de una persona.

Los macabeos, antiguamente, acostumbraban a rezar con el moribundo para recordarle que tenía que prepararse con su conciencia para la otra vida, además debía elaborar un testamento, como prueba de responsabilidad con sus herederos.

El señor párroco al conocer que hay un agonizante llegaba su lecho para administrarle los santos óleos. Durante todos estos ritos, los familiares, amistades y más acompañantes debían permanecer en absoluto silencio, permitiendo que el descanso sea tranquilo, caso contrario, su desenlace sería sufrimiento, dolor y tristeza. "El llanto, las emociones, no contribuyen en estos últimos momentos", decían los mayores, acota doña Modesta.

El respeto ha sido muy importante para los misioneros y nosotros mismos. Siempre se evitó que los niños interfieran a los mayores, peor que al moribundo se le moleste en el trance; era mejor rezar, aunque sea en el interior del corazón. No se puede abandonar al paciente, para charlas, risotadas o disputas, como suele acostumbrarse en estos días.

Producido el desenlace se colocaba el cadáver en una mesa, la cual debía estar provista de sábanas blancas y Flores. El cuerpo se le rodeaba de una tela blanca, para luego atar algunos ramos benditos con un cordón atado a la cintura. Este era el símbolo de la asechanza al demonio. Posteriormente cambiaron las costumbres, al difunto se le despedía con sus mejores vestidos o terno.

Cuando alguien fallecía, había un movimiento de familiares, vecinos y amigos, para colaborar y acompañar al sepelio y luego a su última morada.

Se preparaba buena alimentación para todos los acompañantes, asimismo no se olvidaban de los sepultureros, aquellos que preparaban la cavidad donde se depositaría al fallecido. Las comisiones se encargaban de la atención y los detalles del acontecimiento.

El doblar de las campanas acompañaban al sepelio y luego al camposanto. Aunque las campanadas han cambiado, dice doña Modesta, antes era un solo de retórico, hoy se identifican con dos campanadas a la mujer y tres de los hombres.

Para el velorio, tradicionalmente, los mayores traían su velita y algunos inclusive alguna ayuda económica de acuerdo a las necesidades de la familia del finado. Luego había la predisposición para rezar y cantar alabanzas al señor por el eterno descanso. Las ceras eran confeccionadas en la gran mayoría en los mismos hogares macabeos. Se utilizaban las semillas maduras de laurel cosechadas en las playas del río Upano.

Se confeccionaba un pequeño altar con los candelabros, adjunto al difunto, el mismo que permanecía por nueve días, luego de haber depositado el féretro en la tumba, para iniciar el novenario por la salvación de su alma.

La caja era llevada en los hombros de los familiares y más allegados al extinto. Al llegar al cementerio se realizaba una última ceremonia y se depositaba el ataúd en la fosa. Unos terrones eran lanzados sobre la caja, posiblemente en memoria de las bíblicas palabras "recuerda que es polvo y en polvo que convertidas".

Retornaban al lugar para ese mismo día iniciar el novenario.

Los antiguos recuerdan que el cementerio era en el sitio que hoy es el parque central de Macas, luego estuvo en el lugar donde hoy funciona la emisora voz del Upano, para posteriormente trasladarse al sur de la ciudad, donde actualmente está ubicado.


Modesta Rivadeneira. Tomado de MACAS EN EL UMBRAL DE LOS RECUERDOS. Casa de la Cultura, Núcleo de Morona Santiago